El político anuda su impecable corbata, y toma asiento en el mullido sillón de piel. Toma agua embotellada (tal vez Evian) y mira a su alrededor, antes de sujetar sus lentes de empuñadora de oro, aclarar la voz y hablar.
Hablar y hablar. Porque no hay hechos concretos, no hay nada.Solamente desesperanza y hastío. Un pueblo espectador, empobrecido, miserable. La fotografía que se muestra es emblemática de la América Latina actual. Políticos en la opulencia y pueblos miserables.
Aquí tenemos al señor Francisco Labastida, el último candidato del PRI en México. Fue Ministro de Energía en los tiempos de la crisis de la deuda latinoamericana, y hasta el día de hoy se da cuenta que la empresa nacional de Petróleo "necesita reformas". También fue Encargado Nacional de Carreteras y Caminos Federales, y no fue sino hasta el día de su candidatura que vio que su país "necesitaba carreteras". E igualmente fue Ministro de Agricultura y del Interior y hasta el día de hoy se da cuenta que su país enfrenta una crisis alimentaria, igual que la de los demás países latinoamericanos y que la seguridad interior, está en crisis.Él es hoy Senador por una reforma que permite a los candidatos perdedores a la Presidencia ocupar un escaño en la Cámara Alta, al igual que en Argentina y Chile se hacía desde hace tiempo. Pero preguntemos al señor Senador. Dígame, díganos, Senador Labastida, candidato perdedor.
¿Entonces usted que hizo cuando fue Ministro del Interior, de Agricultura, de Minas y Energía, y Encargado de las carretaras, que no se dio cuenta de lo mal que está su país, un gran país, solo que mal gobernado y mal dirigido?¿Que hizo usted?
Tal vez lo mismo que el día de hoy. Anudar su impecable corbata, tomar asiento en el cómodo sillón ejecutivo, aclarar su voz, tomar agua Evian y sujetar sus lentes con empuñadora de oro.
Solo hablar, frente a un pueblo harto, empobrecido.
