La "jornada presidencial" celebrada entre México, Panamá, Colombia y Guatemala, en la capital panameña el pasado 16 de enero, fue planteada por Omar Torrijos, dados los altos índices de inseguridad y creciente fortaleza del crimen organizado y la violencia en estos países. Estamos de acuerdo en que los Estados deben proveer seguridad a sus habitantes, esa es su principal razón. Sin embargo, no podemos callar la voz, ni dejar de mencionar que estas reuniones protocolarias entre mandatarios, y de carácter sumamente técnico entre agentes policiales y diplomáticos de los países involucrados, pueden despertar graves preocupaciones. Ahí está la coincidencia ideológica entre Colombia y México. Ahí está el presidente Colom de Guatemala que condena la espiral de violencia creciente en su país, dada la "invasión mexicana" de grupos armados. No podemos callarnos. No deseamos que estas "jornadas" involucren el diseño de estrategias para la represión de grupos políticos disidentes. No deseamos que haya intercambio de información sobre exiliados políticos (dado, por ejemplo, que Panamá tiene una geografía interesante en la América Central y como paso obligado alrededor del mundo). No deseamos que regrese el triste recuerdo del Plan Cóndor de los países sudamericanos. Desde aquí hacemos ver la necesidad de que se refuercen los tratados de extradición, para que de ninguna manera un disidente político pueda ser extraditado al país donde es perseguido, solamente porque piensa distinto de los poderosos. Tan mal que están tantos países de nuestra querida y linda América Latina, que parece que pensar distinto del gobernante, es pensar mejor que ellos. Compatriotas americanos de México, Panamá, Colombia y Guatemala, no cedan a la tentación de la represión política en sus países, y señores de la diplomacia y la "inteligencia", no cedan a la tentación del Plan Cóndor ni convenien la persecución política de los disidentes de sus países de origen.
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