Wednesday, April 22, 2009

Presidente, Camarada y Amigo, Comandante Daniel Ortega. V Cumbre de las Américas, Trinidad y Tobago.


Palabras del Camarada y Amigo, Comandante Presidente Daniel Ortega Saavedra, con motivo de la Quinta Cumbre de las Américas, celebrada en Trinidad y Tobago. Un mensaje de dignidad ante el poderío del Imperio del Norte. Leamos estas reflexiones del Camarada Comandante Daniel, con mucha atención, aprendamos del pasado, para comprender estos días y vislumbrar un mejor futuro para nuestros pueblos. Parece que el único enquistado en el pasado es el Imperio, y que por fin, algunos países de nuestra América, empiezan a ser libres, y miran el futuro. (La imagen fue tomada en el marco de la reunión entre el Camarada Presidente Daniel Ortega y el Amigo Presidente Raúl Castro, celebrada la tarde de este día miércoles)

Querido Primer Ministro de Trinidad y Tobago, Patrick Manning, estimadas Jefas y Jefes de Estados y de Gobiernos que participan.
Yo he tenido la oportunidad de encontrarme en tres ocasiones con Presidentes norteamericanos: con el Presidente Reagan en plena guerra de agresión, cuando, ante esa guerra, Nicaragua recurrió a la Corte Internacional de Justicia de La Haya.
Y fue precisamente en el mes de abril, un 9 de abril, que Nicaragua presentó su demanda en contra de la política de guerra, de la política terrorista que venía desarrollando el Presidente Ronald Reagan en nombre de los Estados Unidos, aún cuando sabíamos que en el pueblo norte-americano, grandes mayorías condenaban esa guerra y que en el Congreso norteamericano, también, una mayoría de Congresistas, finalmente, logró establecer algunas limitaciones a la guerra que lanzaba contra Nicaragua. Nuestro delito... habernos liberado de la tiranía de Anastasio Somoza, impuesta por la intervención de las tropas yanquis en Nicaragua.
Nicaragua, Centro América, se ha visto sacudida desde el siglo antepasado por lo que han sido las políticas expansionistas, políticas de guerra, que nos llevaron, incluso, allá por los años 1855, 1856, a unirnos los centroamericanos, unirnos con los costarricenses, con los hondureños, los guatemaltecos, los salvadoreños, unirnos todos para poder derrotar la política expansionista. Luego, fueron las intervenciones, que se prolongaron desde el año 1912 hasta el año 1932, y que dejó como resultado, la imposición de la tiranía de los Somoza, armada, financiada, defendida por los gobernantes norteamericanos.


Les decía que tuve la oportunidad de encontrarme con el Presidente Reagan, en plena guerra, nos dimos la mano, y le pedí que cesara la guerra contra Nicaragua. Tuve la oportunidad de encontrarme con el Presidente Carter y, cuando el Presidente Carter me decía que ahora que había salido la tiranía de los Somoza y el pueblo nicaragüense había derribado la dictadura de los Somoza era la hora, me decía, que Nicaragua cambie.
Yo le dije: ¡no! Nicaragua no tiene que cambiar, los que tienen que cambiar son ustedes Presidente, porque Nicaragua nunca ha invadido a los Estados Unidos, Nicaragua nunca ha minado los puertos de los Estados Unidos, Nicaragua no ha lanzado un sola piedra en contra de la nación norteamericana, Nicaragua no ha impuesto Gobiernos en los Estados Unidos; por lo tanto, le dije, Presidente Carter son ustedes los que tienen que cambiar, no los nicaragüenses.
En plena guerra todavía, tuve la oportunidad de encontrarme con quien recién había asumido la Presidencia de los Estados Unidos y hasta entonces era el Vicepresidente de los Estados Unidos, George Bush padre; esto obedeció a un encuentro en Costa Rica, creo que fue el año 89 ¿verdad, Presidente Arias? Yo me fui Hugo, a esa reunión, con mi traje de Comandante guerrillero, de Comandante de la Revolución, nuestra identidad en esos momentos de lucha y, había mucha expectativa.
Recuerdo que cuando nos sentamos, quedamos frente a frente el Presidente Bush y yo, comentamos, él lo comentó, y aquí está el Presidente Oscar Arias que lo recordará, él comentó: “aquí ha venido la prensa porque quieren vernos pelear al Presidente de los Estados Unidos y al Presidente de Nicaragua.” Hicimos el esfuerzo de no darle gusto a la prensa, pero al final de la reunión se hizo imposible mantener esa buena voluntad, y se dieron conferencias en las que cruzábamos posiciones. Nicaragua seguía sometida todavía a la guerra impuesta por los Estados Unidos.
Esa guerra que, además, como les decía, ante la demanda que Nicaragua presentó ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya, la Corte falló y dictó sentencia, y dijo la Corte con toda claridad: que Estados Unidos debía detener todas sus acciones militares, minados de los puertos, el financiamiento de la guerra; que debía de indicar en qué lugar estaban las minas que habían colocado y que se negaban a dar esa información. Así lo establecía en su resolución la Corte, en un fallo histórico; donde además, mandaba al Gobierno de los Estados Unidos, a indemnizar a Nicaragua, también por el bloqueo económico-comercial que le habían impuesto a Nicaragua. Allí está la sentencia.
Es la fecha, y no ha sido cumplida por los gobernantes norteamericanos. Los nicaragüenses tenemos la esperanza que llegará el momento en que podremos abordar este tema, con gobernantes norteamericanos, verdaderamente respetuosos del derecho internacional, del derecho de los pueblos.
Hoy, recién entrando a la sala donde se reunían los Presidentes, tuve la oportunidad de estrecharle la mano al Presidente Barack Obama; nos saludamos, respondió en español, y entonces yo le dije unas palabritas en inglés, ¡y bueno...!
Es el cuarto Presidente norteamericano con el cual me encuentro, ahora, en condiciones en las que en la Región centroamericana se ha logrado poner fin a la guerra, pero, en donde, la pobreza, la miseria, el desempleo, las asimetrías en nuestros mismos pueblos y en las relaciones de nuestros pueblos con los pueblos latino-americanos, ya no digamos con las potencias económicas que dominan el capitalismo global, ahí las asimetrías son mucho más profundas y lógicamente, han habido muchas palabras, pero han habido pocos hechos, como para que se hagan esfuerzos que permitan que nuestros pueblos salgan de la pobreza, de la miseria, del analfabetismo.
Las luchas que estamos librando en Nicaragua, en Centro América y en América Latina para liberar a nuestros pueblos del analfabetismo, son luchas que las estamos librando con la solidaridad incondicional, generosa, del hermano pueblo de Cuba, de Fidel; Fidel, que fue el que promovió esos procesos solidarios de alfabetización y, su Presidente Raúl Castro que le ha dado continuidad a estos programas, abiertos para todos los pueblos latinoamericanos y caribeños.
Y luego, se ha incorporado, con un espíritu generoso, el pueblo bolivariano, el pueblo de Venezuela, con su Presidente Hugo Chávez Frías. Yo diría que estamos librando esas batallas con las uñas y, claro que con una disposición solidaria y generosa, de pueblos como el venezolano y el cubano, ¡solidaridad y coopera-ción incondicional!
Esta Cumbre, que me niego a llamarla Cumbre de Las Américas... sí, aquí estamos presentes una gran mayoría de los Presidentes, Jefes de Gobierno de América Latina y El Caribe, está participando el Presidente de los Estados Unidos, el Primer Ministro de Canadá, pero, aquí hay dos grandes ausentes: uno, Cuba. Cuba, cuyo delito ha sido luchar por la independencia, por la soberanía de los pueblos; Cuba, cuyo delito ha sido prestar solidaridad, sin condiciones, a nuestros pueblos. Y por eso se le sanciona, por eso se le castiga, por eso se le excluye; y por eso, yo no me siento cómodo en esta Cumbre, ¡no puedo sentirme cómodo en esta Cumbre! Siento vergüenza de estar participando en esta Cumbre, con la ausencia de Cuba.
Otro pueblo que no está aquí presente, porque a diferencia de Cuba, una nación independiente, solidaria, ese otro pueblo está sometido todavía a las políticas colonialistas... me refiero al hermano pueblo de Puerto Rico. Llegará el día en que los pueblos latinoamericanos y caribeños, como ya está aconteciendo, donde ya se ha incorporado Cuba en el Grupo de Río, donde estamos trabajando para construir una gran alianza, una gran unidad de los pueblos latino-americanos y caribeños, llegará el día en que ahí también, en esa gran alianza, estará el pueblo de Puerto Rico. Tengo la convicción, tengo la seguridad, que ese día llegará.
Como también tengo la convicción, que así como los Estados Unidos, cuando todavía en la década de los 50 hacia los 60, la discriminación racial estaba institucionalizada, era parte del modo de vida norteamericano, era parte de la democracia norteamericana. Los negros no podían entrar en los restaurantes de los blancos, en los bares de los blancos; los niños, hijos de familias negras, no podían ir a las escuelas donde estudiaban niños blancos.
Y para poder romper ese muro, el muro de la discriminación racial, fue necesario y eso lo sabe mejor que nosotros mismos, el Presidente Obama, fue necesario luchar contra algo que, cuando se inició esa lucha, cuando la fue encabezando Martín Luther King y decía “Yo tengo un sueño,” seguramente parecía para algunos un sueño que no iba a ser posible realizar. Pero se hizo realidad, y el muro de la discriminación racial cayó, se desplomó en los Estados Unidos de Norteamérica, gracias a la lucha de ese pueblo.

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